07 enero 2008

11:11

Son las once once. No es una hora cualquiera, existe algo místico y difícil de describir en este momento del día (doble para concervadores y único para algunos). La estructura, a la vez capicúa por la tetrada numérica y palíndroma al observar el caracter separador, expone un último secreto en su cuasiortogonal configuración geométrica de las manecillas del reloj (90.5° para ser más precisos, la abertura del ángulo formada por estos dos sigilosos artilugios).
Pietro Zruski

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