Hugo termina su verano paseándose por regiones muy al noreste de la Ciudad de México, en un lugar donde las abundantes leyendas de gárgolas, bolas de fuego y ventanas a otras dimensiones entran en contacto con fiestas de música electrónica, familias ganaderas y comerciantes textileros. Ahí es donde Hugo aprovecha y se avienta un clavado a la gastronomía regional y admira el curado de Avena y ahora se lamenta no haber probado el estómago del borrego preparado al mejor estilo chuchucuacense.
1 comentario:
Hugo! pasaste por mi blog y hoy día recién puedo responderte ya que anduve de viaje. Me agrego a mi lista tu blog así lo veo con detenimiento cada vez que escribas algo nuevo.
Saludos!
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