Como continuación involuntaria de este post, hoy después de levantarme vi caminando plácidamente a la entrada de mi baño una hembra ciempiés de unos viente centímetros de largo.
Por ahora está cautiva en una caja de cartón en lo que decido el futuro de su vida. Para los que no saben, vivo a media cuadra del inicio de un bosque en una ciudad donde plantas y animales -y otras eucarias- crecen, se reproducen y se pudren con singular rapidez. Así que la presencia de colonizadores subhumanos has sido muy común y variada, he visto polillas amarillas, peludas y con cuernitos (todo esto en el mismo animal), lagartijas con collares verdes y naranjas, unos roedores gigantes que no recuerdo cómo se llaman pero que parecen mapaches -dice Bety que se llaman cacomixtles, y le acabo de preguntar a Beto y dice que además sí hay mapaches-, vinagrillos (que son cosas como alacranes sin cola y con una tenazas enormes y que si los aplastas huelen a ácido acético), desde luego muchos alacranes y plagas masivas de escarabajos negros que tapizan la entrada de mi escuela.
Aunque son menos de los que vio Adso en aquella iglesia (como la de Tepoztlán): ODIO CUERNAVACA!
Ya sé que las fotos que tomé están pésimas pero por ahora aún no reúno valor para sacarlo a pasear un poco para que pose mejores perfiles para mi poco ergonómica cámara de mi compu.
Además me hizo recordar una frase de Cortázar: "Cállate, miriápodo de diez a doce centímetros de largo, con un par de patas en cada uno de los veintiún anillos en que tiene dividido el cuerpo, cuatro ojos y en la boca mandibulillas córneas y ganchudas que al morder sueltan un veneno muy activo...", exquisita manera de ofender a tus amigos.
Si se preguntaron porqué le puse asignar sexo a mi osado visitante matutino es porque ante la amenaza invasoria me documenté un poco sobre sus características y por su color y tamaño tal vez lo sea.
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